EJERCICIO FÍSICO POST-COVID: CÓMO RETOMAR LA ACTIVIDAD FÍSICA DESPUÉS DE PASAR EL CORONAVIRUS
La infección por SARS‐CoV‐2 ha surgido no solo como una enfermedad pulmonar sino también potencialmente multiorgánica, que puede causar daño estructural a largo plazo de diferentes sistemas de órganos, incluidos los pulmones, el corazón, la vascular, el cerebro, el hígado, los riñones o el intestino.
Las recomendaciones de ejercicios para la rehabilitación son complejas en estos pacientes y deben seguir las guías actuales, incluidos los estándares para los exámenes médicos previos al ejercicio y la prescripción de ejercicios personalizada.
Cómo entrenar después del COVID
A pesar de la afectación multiorgánica, se debe fomentar el entrenamiento físico en todos los pacientes después del alta hospitalaria o después de la recuperación general de una infección aguda. Además de la gravedad clínica y el curso del tiempo, el rendimiento se perderá debido a la enfermedad per se, pero también debido al reposo en cama y los largos períodos de pérdida de forma física.
Las recomendaciones sobre el regreso al deporte deben hacerse en base a analogías de infecciones virales similares y compromiso de órganos, ya que actualmente faltan estudios controlados. Sin embargo, es inequívoco que el entrenamiento físico debe adaptarse individualmente para optimizar el equilibrio entre la tensión y los procesos de adaptación sobre la base del estado de la enfermedad y el rendimiento del ejercicio.
Teniendo esto en cuenta, si el diagnóstico recomendado determina la elegibilidad total y no persiste ningún daño estructural, los atletas pueden regresar gradualmente a su entrenamiento específico y a las actividades competitivas. Sin embargo, cuando ha habido miocarditis o neumonía, se deben realizar análisis médicos más detallados.
Ejercicio después de COVID-19: fibrosis pulmonar, hipertensión pulmonar e hiperreactividad bronquial.
Es indiscutible que el ejercicio es un sello distintivo durante los períodos de recuperación de la enfermedad pulmonar, ya que existe evidencia clara de una mejoría clínica significativa en la función pulmonar mediante la rehabilitación respiratoria dirigida. Esto debe incluir inicialmente el entrenamiento de los músculos de la inspiración y la espiración utilizando equipos específicos de entrenamiento de los músculos respiratorios para evitar la sobrecarga pulmonar, la primera incluyendo la respiración diafragmática. El entrenamiento de inspiración máxima sostenida también conducirá a una distribución uniforme de la ventilación.
El ejercicio de resistencia y el entrenamiento de la función pulmonar se suman al entrenamiento de resistencia y flexibilidad para mejorar las adaptaciones periféricas. El entrenamiento interválico parece ser superior al entrenamiento continuo moderado en cuanto a la adherencia. El entrenamiento de fuerza debe centrarse inicialmente en un carácter dinámico, por ejemplo, 1‐3 series de 15‐20 repeticiones a intensidad moderada.
Ejercicio después de COVID‐19: Miocarditis
En estos pacientes, el entrenamiento físico de intensidad moderada se puede introducir 1 mes después de la fase aguda, incluso si otras limitaciones, por ejemplo, deterioro de las pruebas de función pulmonar o el intercambio de gases, son hallazgos principales, pero no se debe alargar hasta los tres meses.
Se debe recomendar a los pacientes y, en particular, a los atletas con función miocárdica recuperada, que se abstengan de realizar entrenamientos estructurados de alta intensidad o deportes competitivos durante al menos 3, pero principalmente 6 meses. El primer ejercicio de resistencia debe comenzar a una intensidad moderada (50%‐70% VO 2 máx.) durante 4‐6 semanas antes de reanudar el ejercicio de mayor intensidad.
Ejercicio después de COVID-19: enfermedad renal crónica
Se ha demostrado que la infección afecta los riñones y provoca disfunción o incluso insuficiencia renal, en particular en pacientes con afectación de múltiples órganos. El entrenamiento físico debe prescribirse lo antes posible, incluso durante la fase aguda, para mantener la capacidad de ejercicio. El ejercicio también debe introducirse en pacientes que requieren hemodiálisis.
En general, se recomienda un entrenamiento de ejercicios de resistencia de intensidad baja a moderada en un ergómetro de cama en combinación con entrenamiento de fuerza y coordinación al menos dos o tres veces por semana. Se deben incluir en la vida diaria ejercicios diarios de coordinación, de manera óptima dos veces al día, combinados con ejercicios de fuerza.
Ejercicio después de COVID-19: enfermedad neurológica
Aunque no hay muchos datos, se puede esperar que el ejercicio tenga efectos positivos sobre la plasticidad del sistema nervioso como en otros trastornos neurológicos. Por lo tanto, la reanudación o el inicio del ejercicio también es muy deseable desde el punto de vista neurológico y debe fomentarse en todos los pacientes. Los pacientes con deficiencias motoras, por ejemplo, accidentes cerebrovasculares asociados con la COVID‐19 o vértigo remanente, deben evaluarse según su estado funcional y es muy probable que se beneficien del ejercicio y la fisioterapia bajo supervisión profesional.