EFECTOS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA SOBRE LOS SISTEMAS CORPORALES
Por: Dr. José Rodrigo García
Director de la Universidad del Deporte
La realización de actividad física tiene diversas respuestas por parte de nuestro organismo, en función al trabajo realizado y los sistemas involucrados.
Durante la actividad física se produce un incremento en el requerimiento de energía por parte de los músculos activos ya sea al correr, nadar o escalar una montaña, que tendrá una respuesta inmediata lo que conlleva a un incremento del tono simpático, producido inicialmente por estímulos que proceden de la corteza cerebral y, posteriormente, por impulsos producidos en los músculos y tendones implicados.
A medida que se va incrementando tanto la duración como la intensidad del esfuerzo, la información con las características de la composición del medio interno llega al hipotálamo, y éste, canaliza una respuesta adrenérgica que se dirige por medio de la médula espinal hacia el corazón y vasos sanguíneos, así como la médula suprarrenal. Allí, se liberan catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) que, a través del flujo sanguíneo, actúan sobre los receptores simpáticos cardíacos y vasculares.
RESPUESTA CARDIORRESPIRATORIA AL ESFUERZO
En el desarrollo de la resistencia cardiorrespiratoria es muy importante el modo o el tipo de actividad utilizado. Caminar, correr, montar en bicicleta, nadar, bailar, remar, subir y bajar escaleras son los más utilizados. Las respuestas fisiológicas dependen de los grupos musculares utilizados, el porcentaje de masa muscular implicada, la posición del cuerpo y de si exige soportar peso parcial o totalmente. Son actividades que se caracterizan por ser continuas, cíclicas y donde intervienen grandes grupos musculares durante un período prolongado.
Cardiovascular
Aumentos del volumen sistólico por incrementos de la masa cardíaca y la cavidad ventricular. En situaciones de esfuerzo, el sujeto dispondrá de una mayor perfusión sanguínea al músculo que trabaja, circunstancia que mejora su eficiencia. Disminución de la frecuencia cardiaca (bradicardia), tanto en reposo como en ejercicio, provocado por el incremento del volumen sistólico (VS) y la acción de neurotransmisores sobre los receptores muscarínicos del nódulo sinusal cardíaco.
Incrementos de la cantidad de sangre movilizada por el corazón en un minuto (VM). Irrigación miocárdica: aumentan las arteriolas, venas y capilares; es un factor que disminuye la tensión arterial.
Aumento del número de glóbulos rojos, circunstancia que favorece la elevación de los niveles de hemoglobina y consecuentemente incrementa la captación de oxígeno. Regulación de la tensión arterial (TA), debido a las mejoras en la motilidad de los vasos y al incremento de la red arterial de bajo calibre. Reducción de los riesgos de acumulación de placas de ateroma, dada la gran movilización de los depósitos de grasas en el organismo y la reducción de los niveles de colesterol. Reducción del riesgo coronario por mejoras circulatorias locales en el corazón, reducción de trombos y aumento de la potencialidad miocárdica. Mejora los procesos de recuperación tras la realización del esfuerzo debido a la intensa actividad aeróbica. Esto proporciona beneficios de oxigenación en zonas externas corporales, debido a la mejora de la circulación periférica, circunstancia que previene el deterioro de células de la piel y alteraciones tales como la temida celulitis. Se obtienen mejoras globales en el sistema de retorno venoso, evitando trastornos por insuficiencia venosa y estancamientos sanguíneos que den lugar a procesos de tromboflebitis en etapa adulta y hay una mejora la redistribución del flujo: se produce el vaso-constricción y vaso-dilatación, es decir, se cierran o abren las venas que se usan o no; esto es importante en el ejercicio físico.
Cuando se lleva a cabo un ejercicio de intensidad creciente se produce un incremento en el consumo de oxígeno (VO2) proporcional a la carga que se ha desarrollado y al tiempo que ha durado el ejercicio. Si se aumenta la carga, el organismo aumenta su gasto energético hasta alcanzar un nivel de esfuerzo en el cual, a pesar de incrementar la carga, el consumo de oxígeno no se incrementa más (meseta de VO2). Este máximo consumo de O2 que se ha alcanzado es indicativo de la máxima potencia del sistema de transporte de O2 y es conocido como el consumo máximo de oxígeno o VO2 máximo. (Cantidad máxima de O2 que el organismo puede absorber de la atmósfera, transportar a los tejidos y consumir por unidad de tiempo). VO2 Máximo= Gasto cardíaco x Diferencia arterio-venosa de oxígeno La liberación de noradrenalina favorece un incremento de la frecuencia cardíaca y un incremento de la contractilidad miocárdica con un aumento del volumen de latido.
Respiratorio
La finalidad de la respiración va a ser el establecimiento de un puente entre la sangre y el medio ambiente, con el fin de establecer un equilibrio de gases necesario para el correcto funcionamiento del organismo; con ello, el sistema respiratorio proporciona el oxígeno para el metabolismo de las células del organismo y elimina el gas carbónico que se produce como consecuencia de la oxidación metabólica. El ejercicio físico eleva el consumo de oxígeno y la producción de dióxido de carbono, por lo que la ventilación pulmonar debe aumentarse con respecto a las situaciones de reposo. Además, el sistema respiratorio adquiere una importancia vital en el mantenimiento constante del equilibrio ácido-base de la sangre. Ventilación y oxigenación de las bases pulmonares, manteniendo activos espacios ventilatorios y evitando su colapso con el transcurso del tiempo y la inactividad. Mejoras en la mecánica de contracción de la musculatura respiratoria, circunstancia que incrementa las posibilidades de ventilación y otorga una sensación de comodidad en el desarrollo de la actividad física. Disminución del trabajo inspiratorio por reducción de resistencias alveolares, aumento de la superficie de contacto y disminución de la permeabilidad a la absorción de oxígeno. Reducción de la frecuencia respiratoria debido a los aumentos de volumen y aumentan de los volúmenes de ventilación: en cada ventilación se pueden tomar 500 ml de aire, lo normal son 12-15 respiraciones en reposo y 35-40 en ejercicio. Se recomienda que el aire se inhale por la nariz porque así es filtrado por los vellitos del epitelio, que calientan el aire (tiene más capacidad de difusión al pasar a la capacidad ventricular) y se produce la humidificación (el aire humidificado no daña el tracto respiratorio). La cantidad de oxígeno que pasa a sangre va a depender principalmente:
· De su concentración en el aire alveolar.
· De la superficie de contacto efectiva alvéolo-capilar.
· De la cantidad de hemoglobina de la sangre.
En el caso del CO2, las concentraciones son diferentes: es más elevada la concentración de CO2 en la sangre que llega al capilar alveolar que la existente en el aire alveolar, lo que hace que el flujo del CO2 sea contrario al del O2, es decir, pasa de la sangre al aire alveolar. Cuando una persona lleva una alimentación inadecuada, fuma y no hace ejercicio se produce ateroesclerosis (depósitos de placas llamadas ateromas), que pueden provocar un infarto de miocardio o ACV (accidente cerebro vascular) que ocasionaría una trombosis cerebral ya que la placa de ateromas se suelta y el corazón con los bombeos la puede dirigir al cerebro.
RESPUESTA RENAL AL ESFUERZO FÍSICO
Existen dos tipos de ejercicio el moderado y el de alta intensidad. El ejercicio moderado y de baja intensidad, provoca que el volumen de orina y los túbulos retengan más agua. El ejercicio de alta intensidad causa una disminución del volumen de orina y un aumento en la perdida de agua y electrolitos por el sudor y la respiración. El ejercicio ocasiona cambios en la hemoglobina renal y produce una disminución en el flujo sanguíneo plasmático renal como filtrado glomerular. Esto cambia debido al tipo de persona que realice el ejercicio, de ahí que los que no realizan tienden a una mayor excreción de diversos tipos de proteínas en orina, reduce el flujo sanguíneo y el flujo renal y aumenta la formación de orina. Las personas entrenadas tienen una adaptación por el resultado de una vasoconstricción menos marcadas de las arteriolas aferentes y eferentes. El ejercicio origina cambios en la hemodinámica renal causando:
· Disminución en el flujo sanguíneo renal
· Disminución en la filtración glomerular
· Aumento de la fracción de filtración que intenta preservar la transferencia de metabolismo y sustancias a través de los glomérulos renales.
La mayor parte de los estudios realizados sobre la composición de la orina derivadas de la práctica deportiva, han encontrado presencia de componentes anormales. Parece claro que el grado de alteración renal está en relación con el grado de intensidad relativa de trabajo físico desarrollado.
En reposo cerca del 90% de la sangre que llega al riñón pasa por el glomérulo, siendo el 20% de este débito total filtrado.
El FPR es de unos 660ml/min, sólo son filtrados unos 125ml/min. A la relación existente entre el plasma que entra al riñón y el que es filtrado en los glomérulos, se le denomina FF. En condiciones normales, la FF es de un 20%.
Ejercicios moderados al 50% del VO2 máx ocasiona reducción del 30% del FPR.
Ejercicios por encima del 65% del VO2 máx da como resultado disminuciones del 75% del FPR.
Hasta el 50% del VO2máx, el FG se mantiene en niveles normales. Por encima de estos valores, comienza a disminuir. El ejercicio moderado aumenta el volumen de orina por mayor excreción de solutos que retienen más agua en los túbulos. El ejercicio intenso y prolongado disminuye la excreción de orina (volumen y electrolitos), debido a mayor pérdida de agua y electrolitos por la respiración y el sudor.
Estímulo de la sed (mediado por Angiotensina II) para aumentar ingesta de agua. La diferencia en volumen urinario se debe a nivel de hidratación en el esfuerzo, variabilidad interpersonal, componente emocional, condiciones ambientales. Disminución de diuresis por aumento de la ADH (hormona antidiuretica): la cual produce vasoconstricción renal, contracción mesangial, reduce FG, reduce FSR y libera PGS (prostaglandina). El aumento es proporcional a la intensidad (por reducción del catabolismo hepático).
HEMATURIA: Presencia de sangre y/o hematíes en la orina. Ésta se presenta por:
PROTEINURIA: La orina normal contiene una pequeña cantidad de proteínas, pero durante el ejercicio estos niveles pueden aumentar. La incidencia de proteinuria es más frecuente que la hematuria debido a que los cambios tempranos de la membrana glomerular permitirían, en primer lugar, las pérdidas proteicas; con el estrés progresivo, estos cambios aumentarían y permitirían el paso de hematíes.
RESPUESTA HORMONAL AL ESFUERZO FÍSICO
Cuando realizamos ejercicio el cuerpo aumenta la secreción de algunas hormonas en detrimento de otras que no se producen de la misma manera. El motivo de esto es la glucosa que trasporta la sangre y que es la que desencadena esta actividad de las glándulas para que la aprovechemos al máximo y así obtener energía. Por ello debemos tener en cuenta las diferentes hormonas que se liberarán mientras practicamos ejercicio y las que se dejarán de producir. La insulina es una de las hormonas que se dejan de producir cuando realizamos ejercicio. El páncreas, que es el órgano que se encarga de generar esta hormona, deja de funcionar, y es que la insulina es la encargada de reducir los índices de glucemia en sangre. Como el cuerpo necesita energía cuando practicamos deporte esta hormona deja de actuar para que aprovechemos la glucosa y no la almacenemos.
No solo la insulina se ve afectada, sino que otras hormonas como el glucagón, la adrenalina y la noradrenalina, somatotrofina, el cortisol y la cortisona, la triyodotironina y la tiroxina se ven afectadas por el ejercicio, ya que el organismo las libera en mayor cantidad para poder hacer frente al ejercicio físico que vamos a realizar. Son las encargadas de obtener glucógeno mejorando el riego sanguíneo y la recepción de la energía por parte de las células, al igual que logran obtenerlo de las reservas de grasa del organismo.
· La hormona del crecimiento aumenta a los pocos minutos de comenzar el ejercicio, y es incrementa a medida que el ejercicio es más intenso. Se relaciona con el pico de intensidad y con la duración del ejercicio. Esta hormona se libera por factores nerviosos.
· Hormona Antidiurética (vasopresina)
o ADH aumenta a medida que aumenta la intensidad del ejercicio.
o Conserva los líquidos corporales, especialmente en ejercicio que se realiza en ambientes calurosos, cuando hay riesgo de deshidratación.
· Adrenalina es una hormona de enfrentamiento o escape, esta aumenta gradualmente a medida de la intensidad y la duración del ejercicio. Primero se utilizan las reservas de glicógeno para generar glucosa. Luego se recurre a la metabolización de lípidos y glucogénesis.
· Aldosterona, libera adrenalina durante el ejercicio contra la vasculatura renal. Reducción del flujo renal activa sistema renina-angiotensina y se induce la secreción de aldosterona. La aldosterona aumenta progresivamente con la intensidad del ejercicio y envía la deshidratación por retención de Na+ y agua.
· El cortisol aumenta cuando la intensidad del ejercicio aumenta con ejercicios prolongados como ciclismo, maratón, pero de alta duración.
· La testosterona aumenta con entrenamiento de fuerza o entrenamiento aeróbico moderado. Disminuye con ejercicios aeróbicos intensos y de larga duración.
· Los estrógenos y progesterona también aumentan con ejercicio, pero son muy dependientes de la fase del ciclo menstrual.
Las principales hormonas que participan en la adaptación al entrenamiento de fuerza son la testosterona y hormona de crecimiento. El principal efecto de la testosterona: aumentar liberación de hormona de crecimiento (mucho más que efecto directo sobré el músculo). En el entrenamiento de fuerza aumenta la frecuencia y la amplitud de la secreción de testosterona y hormona de crecimiento. Controlar la glicemia y asegura el aporte energético a SNC y músculos, mejoran los parámetros cardiovasculares y respiratorios principalmente por aumento de secreción de catecolaminas y sensibilización a su acción por GH y cortisol.
Aumentan la masa muscular y regula la retención de agua y electrolitos para prevenir la deshidratación.
RESPUESTA DIGESTIVA AL ESFUERZO FÍSICO
Sabemos que el ejercicio físico tiene muchos y diversos efectos positivos sobre la salud del organismo, sin embargo, su vínculo con la digestión es aun controvertido. Por ello, hoy te mostramos los beneficios del ejercicio sobre el aparato digestivo: Incrementa el metabolismo, por lo tanto, acelera los procesos digestivos evitando la sensación de pesadez tras las ingestas y reduciendo el riesgo de sufrir estreñimiento. Favorece la motilidad intestinal lo cual mejora el tránsito y previene el estreñimiento, así como la diverticulosis. Reduce el estrés y los malestares digestivos asociados a éste. Las personas con síndrome de intestino irritable o gastritis pueden beneficiarse con una actividad física de intensidad moderada y placentera. Mejora el control del apetito al provocar cambios hormonales, y por ello, reduce el riesgo de realizar ingestas copiosas que generan molestias gastrointestinales posteriores. Mejora la fuerza y el tono muscular en la zona media del cuerpo, lo cual previene el estreñimiento y contribuye a mantener los órganos internos en su lugar. Por supuesto, un ejercicio mal realizado, de elevada intensidad, excesivo y en momentos poco oportunos, puede perjudicar el funcionamiento digestivo. No obstante, el ejercicio regular y constante tiene notables beneficios sobre el aparato digestivo y nos ayuda a prevenir molestias cotidianas y frecuentes.
En el intestino delgado existe el trastorno intestinal, este disminuye durante el ejercicio y aumentan las concentraciones plasmáticas de catecolamina costicoesteroides. Este influye en la actividad motora duodenoyeyunal que depende de la intensidad. También se da la absorción intestinal que se va a ver afectado por una alteración de la motilidad, descenso de la irrigación o cambios neurohormonales, que se han evidenciado en un marcado descenso en la absorción de electrolitos y agua durante el ejercicio.
RESPUESTA NERVIOSA AL ESFUERZO FÍSICO
Este es el sistema responsable del control y la dirección de todas las reacciones del metabolismo en general, ya que es el encargado de recibir y responder toda la información proveniente de los estímulos procedentes del medio (tanto interno como externo), por lo que resulta lógico comprender el por qué el entrenamiento constante y sistemático modifica sustancialmente desde el punto de vista bioquímico el metabolismo de este tejido. Entre las variaciones más significativas están:
· Aumento de la actividad enzimática (tanto de sistemas REDOX como del metabolismo general).
· Aumento de la capacidad buffer (estabilizar el equilibrio ácido-base de este tejido tan sensible).
· Aumento de los Procesos de fosforilación Oxidativa
El impulso eléctrico llega a una neurona motora y a través de ella viaja hasta la unión neuromuscular y allí se extiende a todas las fibras musculares inervadas por esta neurona en particular. “Inervar” significa enviar nervios a una región determinada del cuerpo (en este caso la fibra muscular) o a un órgano e influir en sus funciones. Cada neurona motora inerva hasta millones de fibras musculares (siempre dependiendo de la cantidad de fibras que contenga cada músculo) pero cada fibra muscular está inervada solamente por una única neurona motora. Esta inervación de la neurona motora con la fibra muscular se denomina unidad motora o motoneurona y se da en lugar denominado unión neuromuscular ó sinapsis. La unidad motora está formada por una neurona motora que sale de la médula espinal y que suele inervar varias fibras musculares. Las señales nerviosas se transmiten mediante potenciales de acción que son cambios rápidos del potencial de membrana.
Como ya se mencionó, cada potencial de acción comienza con un cambio brusco desde el potencial negativo de reposo de la membrana a un potencial positivo y finaliza con un cambio que retorna nuevamente al potencial negativo. Este cambio del potencial de la membrana se da en las siguientes fases:
· Fase de reposo: Es el potencial de membrana de reposo antes que se produzca el potencial de acción.
· Fase de despolarización: La membrana se vuelve permeable a los iones de sodio, positivos, y permite su entrada al axón por lo que el potencial se vuelve positivo.
· Fase de repolarización: Los canales de iones sodio comienzan a cerrarse mientras se abren los canales de potasio más de lo normal. La difusión de iones potasio vuelve a la membrana a su potencial de reposo negativo.
RESPUESTA MÚSCULO ESQUELÉTICA AL ESFUERZO FÍSICO
El ejercicio físico puede modificar las dimensiones de un músculo, o grupo de músculos, hacia un aumento de volumen. Este aumento es consecuencia de la hipertrofia muscular e incluso, según algunos autores, de la hiperplasia de las fibras musculares. El, entrenamiento de resistencia es capaz de inducir modificaciones tanto en el tamaño de las fibras musculares, como en su perfil metabólico. Por lo que se refiere a los efectos inducidos por estos tipos de ejercicios sobre el tamaño de las fibras, en los diversos estudios realizados con ciclistas y corredores, así como con animales sometidos a entrenamiento, se han obtenido resultados discrepantes. Así, en unos casos se ha observado aumento de tamaño de todo tipo de fibras musculares, o principalmente de la población de tipo I, mientras que en otros no se aprecian variaciones significativas o incluso se produce una reducción del tamaño de las mismas. También se ha descrito recientemente que un programa intensivo de entrenamiento aplicado a esquiadores de fondo durante 8 semanas, inducía una homogeneización del tamaño de las fibras, debido al aumento de las más pequeñas y a la reducción de las más grandes. Este tipo de respuesta podría estar encaminada a conseguir un valor óptimo de la relación área/volumen de la fibra muscular que satisfaga las necesidades de fuerza a desarrollar (favorecida por un aumento de tamaño) y permita una buena difusión del oxígeno y los sustratos y metabolitos necesarios para la obtención de energía (más favorable en las fibras más pequeñas). Respecto al perfil metabólico de las fibras musculares, también experimenta importantes adaptaciones como respuesta al entrenamiento encaminadas a conseguir la máxima economía celular y a retrasar la aparición de la fatiga muscular. Numerosos estudios han demostrado que la capacidad oxidativa del músculo se incrementa notablemente después de programas de entrenamiento de resistencia, siendo necesario un período mínimo de ejercicio submáximo de 2 a 4 semanas para observar tal respuesta. La magnitud del cambio depende de la intensidad del ejercicio y de la duración total del mismo. Este incremento está acompañado por un aumento paralelo en la capacidad de regeneración de ATP, vía fosforilación oxidativa, debido a un mejor acoplamiento de este proceso y al elevado nivel de control respiratorio que exhiben las mitocondrias del músculo entrenado. A todo ello subyace un incremento en las actividades de las enzimas mitocondriales involucradas en la degradación aeróbica de los sustratos. El entrenamiento induce asimismo un aumento de la actividad de las diferentes enzimas responsables de la activación, transporte y 8-oxidación de ácidos grasos y la oxidación de cuerpos cetónicos, lo que se traduce en una mayor capacidad de la musculatura para la oxidación de las grasas, que llegan a ser el principal combustible metabólico durante los períodos prolongados de ejercicio aeróbico. El aumento en la actividad de esta amplia variedad de enzimas mitocondriales, que resulta del incremento de sus niveles, se correlaciona ultra estructuralmente con un aumento de la masa mitocondrial total referido tanto al tamaño como al número de las mitocondrias. Es importante señalar que estos efectos ocurren en todos los tipos de fibras, dependiendo la magnitud de los mismos del grado de participación de cada fibra individual en los ejercicios físicos practicados (Essen-Gustavsson y Henriksson, 1984). Así, aunque en Individuos sedentarios las fibras tipo I tienen una capacidad oxidativa muy superior a la de las fibras tipo II, en atletas muy bien entrenados pueden alcanzarse valores elevados en ambos tipos de fibras. Los entrenamientos de fuerza que requieren realizar un gran esfuerzo muscular frente a una elevada resistencia, está claramente establecido que son un estímulo que incrementa tanto el volumen muscular como la fuerza. La hipertrofia muscular inducida por el ejercicio se debe a un aumento en el tamaño de las fibras musculares individuales. Este incremento constatado en la sección transversal de las fibras se relaciona directamente con la tensión que son capaces de ejercer, y viene acompañado por un aumento proporcional en el contenido miofibrilar de las mismas. Hay que señalar que, en general, la hipertrofia muscular no es tan acusada en las mujeres como en los hombres, aun cuando las ganancias relativas de fuerza sean las mismas. La hipertrofia parece ser más destacada en las fibras de tipo II tanto en humanos como en animales; así, se ha comprobado que la sección transversal de las fibras de contracción rápida supone un mayor porcentaje respecto al área total del músculo en los levantadores de pesas que en los sujetos no entrenados o en los atletas que practican deportes de resistencia. Por el contrario, los programas de levantamiento de pesas no dan lugar a variaciones en las enzimas que catalizan la glucolisis anaeróbica, aunque parecen originar un descenso sustancial (disminución por término medio del 30%) en las actividades de las enzimas implicadas en el sistema aerobio. Por otra parte, se ha descrito en los músculos de los levantadores de pesas un aumento de la concentración de ATP, fosfocreatina y glucógeno, aún cuando no se han detectado cambios en las actividades enzimáticas del sistema ATP-fosfocreatina (sistema alactácido anaerobio).
El incremento en los niveles de fosfágenos tiene como finalidad poder proporcionar al músculo con gran rapidez la energía que necesita, aunque el metabolismo glucolítico anaerobio (láctico) es cuantitativamente el más importante en la producción del ATP que consume el músculo en los esfuerzos breves e intensos.
RESPUESTA CIRCULATORIA AL ESFUERZO FÍSICO
La práctica de ejercicio físico conlleva una serie de respuestas por parte de nuestro organismo. Si éste solo se realiza en un determinado momento, de manera aislada y esto no se repite en dos o tres semanas, se hablará de una “respuesta fisiológica aguda”. En este tipo de respuesta el organismo intenta suplir las necesidades temporales de este esfuerzo físico, sin que se produzca ninguna adaptación a largo plazo para cubrir estas necesidades. Cuando este esfuerzo físico se repite con una determinada intensidad, duración y periodicidad en el tiempo, estamos frente a lo que llamamos un “entrenamiento” que implica una adaptación crónica para cubrir mejor las necesidades. Los efectos biológicos que van a tener lugar sobre el corazón serán: Hipertrofia del músculo cardiaco (aumento de tamaño de la fibra cardiaca). Aumento de las cavidades de los ventrículos. Reducción de la frecuencia cardiaca en reposo. Aparición de alteraciones en el electrocardiograma basal consistentes en alteraciones de la repolarización, trastornos de la conducción y algún tipo de arritmia, siempre benignas y secundarias a la hipertrofia miocárdica. Todos estos cambios producen lo que ha dado en llamarse “el síndrome del corazón del atleta” y es la expresión de una adaptación crónica del corazón a una demanda continuada en el tiempo y a una determinada intensidad de ejercicio. La extracción del oxígeno por parte del corazón desde la sangre se realiza “al máximo” incluso en reposo. Durante el ejercicio, para suplir las necesidades mayores de oxígeno, el corazón lo que hace es “aumentar” el tamaño de los vasos que le llevan la sangre, las arterias coronarias.
Otra adaptación del corazón cuando se realiza un entrenamiento aeróbico regular es un alargamiento de la fibra muscular cardiaca que conlleva un aumento de las cavidades cardiacas, esto es lo que se conoce como cardiomegalia. Las consecuencias de este aumento del tamaño son que, en cada expulsión de sangre, el volumen de ésta es mayor y por consiguiente la cantidad de oxígeno que transporta la sangre en cada latido está aumentada. Con respecto a la frecuencia cardiaca, con el entrenamiento ésta se reduce en reposo, pero en el ejercicio máximo ésta apenas se incrementa.
· Aumento del Gasto Cardíaco Aumento del Volumen Sistólico (cantidad de sangre que sale del corazón a las arterias).
· Aumento de la Frecuencia Cardíaca (Es la cantidad de contracciones y relajaciones que tienen lugar en el corazón las cuales permiten el bombeo y paso de la sangre) este aumento debido a la falta de oxígeno que hay en los músculos a causa de la actividad que se está ejecutando.
· Aumenta la fuerza de contracción.
· Aumenta el flujo sanguíneo muscular para facilitar el transporte de oxígeno al músculo activo.
· Se produce una contracción de las arterias periféricas y un vaso de dilatación provocando un préstamo sanguíneo a los músculos propiciando un aumento del flujo muscular.
· Aumenta la presión media sistémica de llenado debido a la contracción de las venas esto provoca un retorno venoso al corazón.
· Aumento de la presión arterial.
· Aumento del Volumen Cardíaco.
Estas respuestas que no son más que la reacción del organismo ante la actividad física, propician que en el organismo ocurran cambios funcionales y dentro de estos cambios se puede destacar que las adaptaciones que ocurren en los sistemas Cardiovascular y Circulatorio son de los más importantes sin dejar de olvidar el sistema respiratorio.
· Aumento del tamaño Físico del Corazón es decir se amplia y fortalece el miocardio permitiendo funcionar de forma más fácil y con menor frecuencia bombeando más sangre a los tejidos.
· Se aumenta el número de capilares en funcionamiento.
· Aumenta la elasticidad sanguínea permitiendo que la sangre circule con más facilidad.
· Aumenta el número de glóbulos rojos y la hemoglobina (16-17 Mg/cm≥).
· Menos grasa y sustancias lipoides en la sangre.
· Mejor perfusión sanguínea a nivel capilar.
RESPUESTA REPRODUCTORA AL ESFUERZO FÍSICO
El hipotálamo segrega GnRH (Factor liberador de gonadotrofinas), factor que estimula la adenohipófisis. Esta parte a su vez segrega la Hormona Luteinizante (LH) al torrente vascular. La LH estimula las células de Leydig del testículo para que finalmente estas células produzcan la Testosterona. En el caso de la mujer, la LH estimula el ovario, produciendo pequeñas cantidades de testosterona. Esta hormona se produce en pequeñas cantidades en la corteza suprarrenal.
El ciclo menstrual de la mujer tiene como una de las características importantes que, en la mitad del ciclo, se produce la liberación de un óvulo o folículo de Graff, célula germinativa femenina que podrá ser fertilizada por un espermatozoide para generar un nuevo ser humano.
A la edad de 9-12 años, la hipófisis comienza a secretar cada vez mayores cantidades de estas hormonas, culminando con la aparición de los ciclos menstruales, entre los 11-15 años.
Durante cada ciclo menstrual, se produce un incremento y disminución de hormonas. La hormona folículo estimulante (FSH) incrementa al inicio del ciclo menstrual estimulando los ovarios y específicamente los folículos, de modo que se maduran alrededor de 6-12 folículos primarios por cada ciclo. El proceso de maduración completa dura alrededor de una semana, momento en el cual uno de los folículos se desarrolla más abruptamente mientras que los demás involucionan. estos folículos se desarrollan dos tipos de células:
a) la teca interna, que produce más estrógenos y progesterona, y
b) la teca externa, que se convierte en la cápsula del folículo.
En la mitad del ciclo (aproximadamente el día 14) se produce la ovulación, es decir, la liberación del óvulo hacia las trompas uterinas. La hormona responsable de este hecho es la LH, la cual incrementa desde 6 a 10 veces sus valores normales, unas seis horas antes de la ovulación. La LH actúa sobre las células de la teca externa para producir progesterona. Esta hormona desarrolla una serie de actividades enzimáticas conducentes a la rotura del folículo y liberación del óvulo.
La función menstrual afecta al rendimiento físico. Existe posiblemente una fase del ciclo, como es la fase premenstrual, en la que una deportista particular puede ser más o menos eficiente. En los casos que así sean, los programas de entrenamiento y de competición deben ajustarse en concordancia. El entrenador debe individualizar, por tanto, el programa de entrenamiento de cada deportista en lugar de emplear el mismo programa para todo un equipo.
RESPUESTA TERMORREGULADORA AL ESFUERZO FÍSICO
La mujer tiene menor capacidad de producción de calor, pero, por otro lado, su mayor porcentaje de grasa subcutánea le confiere un mayor aislamiento, lo que contrarrestaría en parte el defecto anterior. La relación superficie corporal/peso corporal es mayor en la mujer y esto implica que puede perder o ganar calor más rápidamente. Presenta igual tolerancia al calor y al frío en ejercicio para igual intensidad relativa (aunque suda menos) e igual capacidad en altura; en definitiva, una mayor resistencia orgánica (general, al frío, calor, dolor…).
La condición física y la aclimatación parecen influir más en la respuesta termorreguladora al ejercicio físico que las diferencias biológicas en ambos sexos. En el organismo, se produce calor por el ejercicio muscular, la asimilación de alimentos y por todos los procesos vitales que contribuyen a la tasa metabólica basal. Dicho calor se pierde del organismo por radiación, conducción y evaporación de agua en las vías respiratorias y en la superficie de la piel. También se pierden pequeñas cantidades de calor al eliminar la orina y la materia fecal. El equilibrio entre la producción y las pérdidas de calor determina la temperatura corporal. Como la velocidad de las reacciones químicas varía con la temperatura, y los sistemas enzimáticos del organismo tienen márgenes estrechos de temperatura dentro de los cuales su función es óptima, las funciones normales del organismo dependen de una temperatura corporal relativamente constante. Los invertebrados en general no pueden ajustar la temperatura corporal, por lo cual están a merced de los cambios del ambiente.
En los vertebrados han evolucionado los mecanismos para mantener la temperatura corporal, por medio del ajuste de la producción da calor y de las pérdidas del mismo. En los reptiles, anfibios y peces, los mecanismos de ajuste son relativamente rudimentarios y a esas especies se les llama “de sangre fría” (poiquilotermos) debido a que su temperatura corporal fluctúa a lo largo de un intervalo considerable. En las aves y en los mamíferos, llamados animales de “sangre caliente” (homeotermos), un grupo de respuestas reflejas que se integran de manera primaria en el hipotálamo se encarga de mantener la temperatura corporal dentro de un intervalo estrecho, a pesar de grandes fluctuaciones en la temperatura ambiental. Una excepción parcial la constituyen los animales hibernales. Cuando están despiertos funcionan como homeotermos, pero durante la hibernación su temperatura corporal cae.
Luego de haber realizado un interesante análisis teórico sobre el ejercicio físico, pero particularmente el anaeróbico, es necesario destacar, que la práctica regular de este, proporciona grandes beneficios a la salud integral del cuerpo de los seres humanos. El deporte tiene una amplia variedad de efectos beneficiosos para la salud, muchos de ellos relacionados con la protección contra las enfermedades cardiovasculares. El entrenamiento regular induce en el corazón cambios adaptativos dirigidos a mejorar el rendimiento del sistema cardiovascular durante el ejercicio. Esta adaptación puede llevar a un aumento de la masa cardiaca de hasta el 20%. Sin embargo, al identificarse claramente la posibilidad de enfermedad cardiaca específicamente ligada al ejercicio, como arritmias o muerte súbita, se ha generado mayor interés sobre esta entidad con tres objetivos claros:
a) conocer cómo la adaptación cardiaca al ejercicio puede mejorar la capacidad deportiva;
b) guiar el entrenamiento para optimizar la adaptación cardiaca, y
c) diferenciar la adaptación cardiaca normal de la patológica.
Este último aspecto es el que ha generado mayor interés dentro y fuera del ámbito de la cardiología por sus importantes implicaciones preventivas e incluso legales. Como se ha expuesto previamente, la práctica regular de ejercicio físico induce un remodelado cardiaco morfológico y eléctrico que supone una adaptación fisiológica a la sobrecarga cardiaca promovida con el ejercicio, pero, como tantas otras variables biológicas, parece tener una distribución de «curva en J», ya que se ha identificado que el remodelado excesivo, especialmente el estructural, está estrechamente ligado con las principales enfermedades cardiacas graves relacionadas con el deporte. Por lo tanto, el gran reto para los profesionales implicados en el seguimiento de los deportistas es identificar el momento en que la adaptación cardiaca al ejercicio empieza a suponer un riesgo. Pero, además, es importante destacar que la mala adaptación cardiaca al ejercicio solo ocurre en un pequeño porcentaje de deportistas.
Por lo tanto, el reto para la cardiología deportiva supone identificar a las personas previamente sanas que sufren mala adaptación cardiaca durante la práctica de ejercicio y tienen mayor riesgo de una complicación cardiaca grave.
Bibliografía
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