¿POR QUÉ HACER TU CAMA EN LA MAÑANA REPERCUTE SERIAMENTE EN TU SALUD?
El mundo se divide en dos categorías: los que hacen la cama y los que no. Una elección personal, a priori insignificante, pero que nos puede llegar a afectar tanto física como psicológicamente.
Dormir sobre una superficie con arrugas, que surgen cuando nuestro lugar de descanso no está lo suficientemente adecentado, genera puntos de presión en diferentes partes de la espalda que pueden desembocar en contracturas. Cervicalgia, tortícolis… incluso puedes llegar a levantarte mareado o sentir que no has dormido lo suficiente.
Pasar una noche cambiando continuamente de postura, porque el amasijo de sábanas no ayuda a encontrar la posición adecuada, imposibilita alcanzar el perfecto reposo. También corres el riesgo de destaparte, lo que da lugar a enfriamientos.
Hacer la cama no lleva más de tres minutos y, según los expertos, es un modo de completar con éxito la primera tarea del día. Un ejercicio de meditación consciente que sirve para preparar los retos que vendrán a lo largo de la jornada.
Realizar pequeños comportamientos automáticos sirve para reforzar la autoestima. Organiza tu mente. No puedes controlar tu ámbito laboral, pero el casero sí.
Ésta es la razón por la que los padres ordenan a sus hijos que empiecen a hacer la cama desde pequeños. De esta manera ganan autonomía. Es la primera responsabilidad que otorgamos a los menores.
Conceder tanta importancia a esta acción no es novedoso, aunque históricamente siempre fue una labor ejercida por mujeres. Hasta principios del siglo XIX, los únicos varones que hacían la cama eran los que habían estado en la cárcel o en el ejército ya que el resto trabajaba de sol a sol.
Una situación que no se ha mantenido en el tiempo. Lo que sigue presente en la cabeza de todo el mundo es que un mal descanso genera un mal rendimiento en el día a día. También que el nivel atencional sea más bajo o que se exageren situaciones a las que normalmente no se les daría importancia.
Un ejemplo. Volver a casa y encontrar la cama sin hacer puede suponer todo un drama para algunas personas. Además, dormir con ella desordenada puede fomentar que te despiertes en mitad de la noche o que se produzcan pesadillas.
Para dormir bien el entorno tiene que ser lo más confortable posible. Y esto se consigue descansando en oscuridad, sin ruidos, con la temperatura adecuada y, cómo no, con una cama ordenada sin arrugas. De no ser así, se puede padecer insomnio, sobre todo aquellos pacientes predispuestos a ello o que se obsesionen con no reposar. Si este problema se extiende en el tiempo, sólo puede ir empeorando. La privación crónica de sueño puede, desde afectar al estado anímico, hasta causar enfermedades como la obesidad, la hipertensión o la diabetes.
Estas recomendaciones para dormir sobre una cama cómoda refutan el estudio de la Universidad de Kingston (situada en Londres). Éste aseguraba que colocar las sábanas es perjudicial para la salud ya que alarga la vida de los ácaros que anidan en ellas. Aunque para los expertos la solución es sencilla: sacudir y ventilar las mantas antes de volver a hacer la cama.
Perfiles psicológicos:
LOS QUE HACEN LA CAMA. Personas con grandes dotes de organización, activas y con un proyecto de vida. Rinden notablemente en su ámbito laboral. Aunque los extremos nunca son buenos. Hay casos donde el perfeccionismo o los trastornos obsesivos compulsivos, que incitan al individuo a no dejar de hacer la cama ni un solo día, pueden llegar a ser negativos. Pero no es lo habitual.
LOS QUE NO HACEN LA CAMA. Ciudadanos reactivos y desorganizados. Por lo general, no pueden llegar a tener un rendimiento óptimo en su vida laboral y personal. La cama es un indicativo que refleja la manera de pensar de cada sujeto. Este tipo de personas son pasivas. Tienden a dejar que la vida les lleve y a que todo se lo den hecho.